ROMPIENDO BLOQUEOS, RESPIRANDO VIDA
Por la experiencia trabajada en terapia, he decidido comentar los bloqueos que se experimentan cuando se tiene el sentido de cercanía de una posible relación. Es triste realmente vivir privándose de un amor que pudiera traernos sentido a nuestra vida. Es triste vivir privándose de la felicidad que supone amar y sentirse amado, pero para eso es necesario afrontar esos miedos que están detrás de cada bloqueo. A veces tan solo se requiere escucharse a uno mismo, y reflexionar de dónde arrancan todos ellos. Casi siempre lo más sencillo es hacer huidas hacia atrás… con efecto bola de nieve, represión, negación y las consiguientes consecuencias que pueden desencadenar en otras áreas de la vida. Seguir sin cambios nos permite permanecer en nuestra zona cómoda, pero vivir así es vivir con la constante del sufrimiento. Uno decide cuando está vivo. La decisión está en cada persona: o me resisto a afrontar y convivo con mi sufrimiento, o afronto mi dolor (hago un tratamiento terapéutico, cognitivo conductual, por ejemplo) y redescubro la alegria de vivir con valentía.
Primero.
Identificamos el problema y le ponemos nombre:
El bloqueo emocional
Impide que seas capaz de identificar con claridad tus sentimientos y emociones ante ciertas situaciones, así como de no saber de dónde vienen y porqué.
Trabajar todo esto no resulta fácil, pero sí muy gratificante, al fin y al cabo todos somos emociones y sentimientos, y empezar a dejarte invadir por ellas es algo maravilloso, comienzas a sentir de cerca la vida. Los comienzos son duros, ya que cuando uno lleva dentro de si un gran malestar, que además se ha ocupado de mantener en un rincón muy alejado, el abrir la puerta a los sentimientos y emociones, hace que todo esto reflote, y el dolor es grande; pero si te das una oportunidad, si apuestas por sentir, te das cuenta de todo lo que puedes ganar.
Segundo.
Empezamos por identificar sentimientos y emociones… ¿?
Claro, cuando te pones manos a la obra, hay que tener en cuenta que te metes en algo inmenso de lo que has estado huyendo gran parte de tu vida, y que además relaciones con situaciones negativas, y en muchas ocasiones muy dolorosas. Pero hay que ir a por ello, el problema…
Es imprescindible saber manejarnos dentro de las emociones y sentimientos, son una parte muy importante de nosotros. Entenderlos a ellos, es conocernos a nosotros, y por ende, ser capaz de vivir en el mundo que nos rodea de forma muy diferente. Es importante e impresionante notarlos, sentirlos, saber que están ahí y porqué aparecen. No siempre es fácil, en ocasiones me confundo, pero volver a darles la espalda no es una opción. No lo es porque es imposible ignorarlos, estos siempre hacen acto de presencia de una forma u otra, y no estar en sintonía con ellos provoca que te pases la vida huyendo, intentando esconderlos, buscando un cajón donde encerrarlos.
¿Eludimos sufrimiento o somos adictos a él?
Es necesario dar salida a los sentimientos de alguna manera, ya sea verbalmente, a través del lenguaje corporal o del comportamiento. Pero en lugar de formas saludables de dar salida a los sentimientos, lo que se le ha enseñado a mucha gente es a practicar la negación («En realidad no me siento de ese modo») , a juzgarse y autocensurarse («No debería sentirme de este modo») y a provocar que sus sentimientos se ajusten a las expectativas impuestas desde afuera («Llegaron las fiestas, debo sentirme feliz»). Estas son defensas corrientes contra las emociones y pueden ser eficaces, al menos por un tiempo, para mantener a raya a los sentimientos perturbadores.
Pero a la larga es perjudicial manejar los sentimientos de esta manera. En primer lugar, las defensas minan la autoestima. Para sentir auténtica autoestima, un individuo debe estar en condiciones de decir: «Soy un ser que siente, capaz de experimentar toda la gama de emociones humanas, y está bien que así sea». Dicho de otro modo, respetarse a sí mismo significa respetar los propios sentimientos, sin exclusión de ninguno.
Cuando alguien censura y reprime sus sentimientos también se priva de una fuente importante de información y guía. El miedo, por ejemplo, puede alertar a una persona sobre el peligro que la acecha, y hacerle ver la conveniencia de tomar precauciones o de huir. La tristeza que al parecer surge «porque sí» puede estar diciéndole a alguien que no cumplió el duelo necesario por una pérdida y que es usada en sus relaciones, ello tal vez sea un signo de que debe poner ciertos límites a lo que los demás pueden exigirle. Pero si alguien está demasiado ocupado censurando sus propios sentimientos, no podrá «oír» lo que éstos tratan de decirle.
Muchas veces también surgen problemas físicos. Si una persona procura poner coto a sus sentimientos, se hace más vulnerable a una serie de dolencias psicosomáticas, que van desde dolores de espalda, cuello y cabeza o desórdenes digestivos menores, hasta cuadros más graves como asma, úlceras y colitis. Quienes niegan y reprimen sus sentimientos también corren un grave riesgo de caer en adicciones a la bebida o a la droga, pues como bien saben los alcohólicos y los drogadictos en tren de recuperación, la bebida y las drogas se utilizan muchas veces para mantener sepultados los propios sentimientos verdaderos.
Estudios recientes sugieren asimismo que en las enfermedades físicas las posibilidades de curación pueden verse afectadas por la forma en que el paciente maneja sus emociones. Así por ejemplo un estudio realizado en San Francisco por la Universidad de California, demostró que entre enfermos de melanoma, una forma grave de cáncer de piel, quienes expresaban con libertad sentimientos como la angustia y la ira mostraban respuestas inmunológicas más positivas que quieres reprimían sus sentimientos.
Muchas personas creen que si niegan determinados sentimientos como la ira o el resentimiento, éste simplemente se esfumará. Lo cierto, en cambio, es que los seres humanos no podemos hacer desaparecer nuestros sentimientos. Podemos empujarlos al subconsciente, con lo cual en apariencia desaparecerán, pero ello requiere una enorme cantidad de energía, y a medida que transcurra el tiempo se necesitará cada vez más energía, y a medida que transcurra el tiempo se necesitará cada vez más energía para mantenerlos reprimidos. Es inevitable que esto lleve a ataque de agotamiento, o a una fatiga crónica que al parecer no tiene motivos. Y dado que a cada uno de nosotros posee una cantidad determinada de energía psíquica, cuanto mayor sea el caudal de energía que alguien invierte en reprimir sus sentimientos, tanto menos le quedará para otros esfuerzos que le demanda la vida.